¡Nunca conseguiré hablar la lengua de los que me vieron crecer en el Aconcagua! Dijo Tobías sin saber el precio de un viaje en góndola. Estaba tan iluminada la cárcel de sus sueños que se hicieron trizas las bolsas de nueces de Macadamia que llevaba su abuela incrustadas en el páncreas.
Pero Aurora, ¿quieres dejar por un momento lo que estás haciendo y hacerle punta a un lápiz de color rosa abandonado en la calle? Ya le harás la traqueotomía a tu hija en otro momento. Quedóse de piedra, y desde entonces reposa en la Plaza Mayor, con una fuente emanando de sus más íntimos órganos, los codos. Era incapaz de sonreír aunque tuviera un gran cómico delante, aunque le hicieran cosquillas. Había muerto.
Fue jactándose de la situación la idolatrada duquesa, cuando de repente un ténue caballo de ojos de color pescado trajinó el escándalo de la joya perdida entre la multitud del mercado más cálido de Beirut, un Carrefour en llamas. No hasía falta disir nada más, confesó el payaso ciego que deambulaba sobre los coches, era de Pekín sin querer.
Caía la lluvia sobre los que ese mismo día elegían basurero en las urnas en todas las mesas electorales del país. Cada vez estaba más cerca el fin del pantano, hasta que las horas se fueron y dieron paso a unos enanos con gaita vestidos de bufón persa en las proximidades del bello paraje danés.
Todo se fue a pique, incluso el pique de barras de la Fiesta Mayor de Ceuta, incluso Piqué, incluso las matemáticas, todo se fue a pique. Y gracias a eso puedo volar e inventar rimas con un calcetín y una moneda turca. De hecho, un amigo mío ya me lo escribió un día en un ratón: halla el modo de hacer las cosas y serás capaz de experimentar colores y formas dentro de una barrica de Pepsi Light. Su profetismo ascendía día tras día, año tras año, verdura tras farola, hasta que empezó a decrecer y ya no es profeta, es profesor de lengua en un instituto para niños y niñas y niños. También hay un perro, pero no participa nunca, aunque está matriculado (B-3597-LT), pero él dice que es el guía de su dueño, que antes era sordo pero ya puede andar. Es una tapadera mayúscula, TAPADERA.
Hace que uno se sienta bien, con ganas de actuar en musicales en Broadway, y este es uno, sí, mi vecina, que cambió de sexo por dos razones: una de ellas es porque una vez llegó tarde a clase, y la segunda porque se perdió en la Fiesta Mayor de Ceuta, donde el alcalde proclamaba el inicio de la boda de los curas entre ellos. Qué sinfín de aventuras vivieron estos bandidos, que sin querer entrometerse en asuntos de alta relevancia institucional, desaparecieron burocráticamente hasta un año antes de desaparecer, donde aparecieron muy parecidos a dos inquietantes gomas de mascar. De hecho, Judit mascó uno y tuvo hijos de chicle. Pero la historia no acaba aquí, sino aquí.
Ahora empieza otra, pero no muy bonita, así que ni la escribiremos, porque al final mueren todos y no se salva ni el apuntador, y de hecho ni el mismo escritor, que en este caso soy yo. Por eso vamos a sudar de ella, a ignorar esta historia. Si nos mira, le apartamos la cara, si nos dice algo nos hacemos los suecos: Jag behöver hitta ett apotek. En fin, que se vaya a tomar por el centro de la gran manzana.
Bien, la siguiente historia nunca empezó, así que la llamaremos "Érase nunca" o bien "¿Cómo estás, vampiro?". Narra la prehistoria de un sauce llorón, al cual plantaron, creció y murió. Todos nos hemos reído mucho, pero como era la prehistoria de este árbol, pasaré a contaros la historia de su padre, Thomas.
Thomas era un sauce llorón cualquiera, y en un lugar cualquiera fue donde sus "arreles" decidieron vivir. Los primeros brotes fueron brotes, hasta que el árbol fue adulto. No fue nunca a la escuela, pues un árbol era, y se pasó la adolescencia llorando, de ahí su nombre: sauce. Le atormentaba saber que su madre no nació virgen, así que decidió vivir lejos de su pasado, lejos de los nietos que lo vieron crecer, lejos de sus raíces, por lo que murió, aunque sus últimas palabras fueron: "¿Cómo estás, Van Persie?". Pero no había nadie que lo escuchara, y sus palabras se fueron con el viento, hasta que una emisora de radio abandonada en un garaje de Oklahoma recibió unas ondas distorsionadas que parecían decir "¿cómo estás, vampiro?". Y así se forjó la leyenda del sauce llorón.
El cerebro pide horchata.
Pestanyes
Alguna vegada has vist el número 16 escrit en números romans i t'ha fet pensar en algun Xavi? T'has preguntat mai per què quan fan obres, posen tanques? Fas coses absurdes quan ningú et veu? Si has respost afirmativament a alguna d'aquestes preguntes, aquest és el teu blog.
P.D: Aquestes coses absurdes, fes-les en públic, així tots riem més.
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dimarts, 8 de gener del 2013
Palabra viva
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